A comienzos de 1962, Manuel Rojas cruza la frontera sur de Estados Unidos y llega a territorio mexicano acompañado de su alumna norteamericana Julianne Clark, con quien se casa en Ciudad Juárez. Después de casi un año impartiendo clases en la Universidad de Washington, en Seattle, Manuel Rojas iniciaba un viaje por México, país que despertara su interés desde hacía varios años.
Pasé por México un día recoge precisamente su experiencia en tierra mexicana por casi 10 meses, tiempo en el que recorre desde el estado de Chihuahua por el norte, hasta Chiapas por el sur; desde el Valle del Anáhuac, hasta Matamoros en Tamaulipas y desde Taxco, en Guerrero, hasta Veracruz en el golfo mexicano. Visitando centenares de pueblos, villorrios, ciudades y residiendo en Ciudad de México por algún tiempo, donde participa activamente en su vida cultural, interesándose en la historia precolombina y en los esfuerzos mexicanos por definir su propia identidad.
Este libro, cuyo contenido se anticipara en una edición mexicana titulada Cuentos del sur y Diario de México, no es, en estricto rigor, un diario de viaje. Esto porque no da cuenta de los hechos diariamente sino que destaca las experiencias que a su autor le merecen mayor atención, pasando de un asunto a otro. De este modo, Manuel Rojas nos presenta la imagen que un país y sus habitantes producen en su sensibilidad, la que se mueve por un paisaje poblado de seres en los que se reconoce semejante en algunos aspectos y diferente en otros.
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