Primera edición: Universidad Central de Venezuela, Caracas – Venezuela, 1960
Reseña
Esta publicación, más que un manual o guía para estudiantes que buscan conocer las bases de una escritura apropiada, reúne el conocimiento teórico que Manuel Rojas acumuló en su proceso de formación y perfeccionamiento autodidacta. Es la oportunidad para conocer la concepción que tiene el autor sobre la literatura, como una de las formas de expresión artística más certeras de los pensamientos y sentimientos humanos.
Estos apuntes son el producto de la inquietud de Rojas por conocer los recursos técnicos de la escritura y del desafío que se le planteara al ser invitado a dictar clases en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Entonces declararía: «…empecé a escribir sin tener la menor idea de lo que escribir significaba; no sabía gramática y mi ortografía era precaria; ignoraba que existiese algo que se llama estilo y jamás había oído hablar de retórica… Si hubiese podido estudiarlo me habría ahorrado esfuerzos que pude haber destinado a conseguir resultados más valiosos. Pero no pude hacerlo… Vine a estudiar esas materias cuarenta años después, cuando quise enseñarlas a jóvenes que no tenían interés en aprenderlas. Sólo se interesaban en tener pronto un empleo y casarse, lo cual tampoco es malo.»
El texto presenta los primeros componentes de la gramática y para ejemplificar, Rojas cita párrafos de variados autores como Blest Gana, Huxley o Twain. Luego, vienen una serie de reflexiones en torno a la escritura con subtítulos como Escritor y periodista; La imaginación; Escribir y hablar; Lenguaje y realidad. Rojas examina también lo que autores como Flaubert y Stendhal opinan sobre el estilo literario, aspecto al que, en más de una oportunidad, se refirió respondiendo a la inquietud de ciertos críticos que buscaban definir cuál era el suyo.
Por último, Rojas se ocupa de aclarar que la erudición gramatical y ortográfica no es el propósito final para un escritor, pero sí se debiera poner atención en conocer qué se hace y cómo se llaman los elementos con que se trabaja. Asociando su labor literaria a su experiencia en diversos oficios declara: «El escribir es un oficio, como el del albañil, como el del carpintero, y no hay albañil ni carpintero que no sepa cómo se llaman sus herramientas y las partes de lo que hace.»
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