De qué se nutre la esperanza

«De qué se nutre la esperanza» (Revista Babel, 1948). Con ocasión del estallidos social por la Dignidad, iniciado en Octubre del 2019, compartimos aquí una serie de artículos de Manuel Rojas publicados en periódicos diversos. La vigencia de sus reflexiones y compromisos sociales son elocuentes…
De qué se nutre la esperanza
Todo ser humano, por miserable que sea su condición, tiene una esperanza, pequeña o grande, noble o innoble, inalcanzable o próxima, pero esperanza al fin. Una parte de su ser vive en y de esa esperanza, se alimenta de ella y en ella.
Hay días en que esa esperanza amanece reducida al mínimo, misérrima, espantosamente misérrima. Sus posibilidades de realizarse se han alejado o destruido y el ser humano piensa y siente que más valdría que esa esperanza muriese y con ella aquella parte de su ser que vive de ella y en ella, que se alimenta en ella y de ella y que en esos momentos ni se alimenta ni vive, pues esta miserable, tan miserable como la esperanza misma.
Pero el hombre tiene, además, otra esperanza: la de que han de venir días mejores para la suya. La deja, entonces, así, pequeña, entumecida, raquítica, y espera; rechazarla sería rechazarse a sí mismo, matarla equivaldría a matar lo que él más estima en sí mismo.
Hay veces en que el ser humano espera vanamente: su esperanza muere en él, tan marchita como él. Otras veces, en cambio, en aquella raíz casi podrida hay un rebrote, un rebrote que puede morir al poco tiempo o que puede traer otros y otros, fuertes y erguidos, apretados de savia, casi agresivos de vitalidad. El ser humano se siente entonces como debe sentirse un rosal en septiembre: pleno, próximo a estallar, incapaz de resistir la ola de vida que asciende y circula por sus venas. La esperanza esta próxima a convertirse en realidad.
Se ha esperado mucho tiempo, han transcurrido muchos días, terribles y amargos días, días de silencio, días en que se prefería no recordar que se tenía una esperanza, días de rencor contra aquello que impedía su desarrollo, días de desprecio para lo que pudiendo vigorizarla, no la vigorizaba. Días de desprecio, en fin, para sí mismo. ¿Cómo se pudo poner una esperanza en manos tan inhábiles, entregarla a dedos tan torpes, a fuerzas tan inútiles?
Todo aquello, sin embargo, no fue en vano: aquí esta la esperanza, rebrotando con una fuerza que produce miedo, con una fuerza que esta casi más allá de nuestra capacidad de soportarla. Es triste, claro está, muy triste que una esperanza se nutra de hombres muertos, de ciudades rendidas o destrozadas, de incendios, de sangre y de exterminio, pero no siempre le es dado al hombre elegir la materia con que se nutrirá su esperanza.
MANUEL ROJAS
Revista Babel, julio – agosto de 1948
Quienes son los equivocados – Las Últimas Noticias, 1940
Nuestra esperanza solo puede venir de los sin esperanza – Diario Clarín, 1970